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GUSTAVO DE LEON ZENDEJAS
INGENIERO CIVIL EN DALLAS Y DIBUJANTE
PENSAMIENTOS DEL OTRO LADO
Si bien se dice que si se quiere tener una conversación civil hay que evitar los temas de la religión y la política, el mexicano nunca ha sido muy bueno para seguir ese consejo (en especial acompañado de una copas de vino). Hoy más que nunca, aplaudo la costumbre. Como un expatriado en Estados Unidos, me he hallado con la lengua entre los dientes en muchas conversaciones con tal de conservar la semblanza del orden y la paz social entre mis acompañantes. A diferencia de nuestro afán de aprovechar cualquier oportunidad para comprobarle al prójimo lo mal que está, muchos en la tierra del sueño americano se resguardan sus opiniones para no dejar a nadie presente con un amargo sabor de boca. Al menos hasta que llegan a casa y se ponen detrás del monitor de su computadora. Protegidos detrás de la pantalla y varias millas de fibra óptica, las bocas más cerradas sorprenden con la extremidad de sus opiniones, y bendecidos con el poder del internet, encuentran a aquellos de similar juicio y alzan juntos sus gritos por el ciberespacio. Con esa dinámica, no sorprende que las intervenciones por terceros en las elecciones presiden- ciales de Estados Unidos hayan sido tan efectivas. La combinación de la publicidad dirigida manejada por Cambridge Analytica y las intervenciones rusas con trolls y bots en Twitter, Facebook, y foros de gran popularidad como Reddit resultaron más eficaces de lo que cualquier persona se hubiera imaginado. La involuntad de una gran porción de la población de enfrentar a sus vecinos frente a frente fue factor en formar el ambiente necesario para cultivar la confusión y desilusión en el cuerpo electoral del país americano, utilizando algoritmos que se aprovechaban de las divisiones sociales para manipular las masas a votar por un candidato encima del otro, o peor aún, sencillamente no votar. Con nuestras propias elecciones presidenciales aproximándose en México, es importante tener en cuenta lo que está en juego y no perder de vista los intereses que tiran las cuerdas del discurso público. Como un país democrático (con o sin fallas – otro tema para emparejar con vino), disfrutamos de la libertad de ser partícipes en el proceso electoral, o al reverso de la misma moneda, la libertad de no participar por completo. El abstenerse puede parecer un acto de protesta a lo que parece un sistema estático, pero como en el caso de Estados Unidos, también puede que sea justo el resultado que buscan aquellos detrás de la cortina. No perdamos la costumbre y sigamos adornando nuestras reuniones con amigos, vecinos y familiares con el tema tabú de la política, y sigamos alentando a nuestros paisanos a participar en nuestro proceso electoral. No le hace que estén mal los demás. Después de todo, lo raro sería que todos pensáramos igual, la diferen- cia de opiniones es solo parte de la democracia. «