BRIGITTE SEUMENICHT MERKATUA
LO QUE NOS ENSEÑA ‘EL PRINCIPITO’ SOBRE NUESTRO ESPÍRITU CREATIVO
Sin lugar a duda son muchas las enseñanzas y aprendizajes que podemos obtener de la maravillosa novela de Antoine de Saint-Exupéry, por lo que bien merece la pena compartir algunas lecciones sobre lo que nos deja El Principito de enseñanza en relación a nuestro espíritu creativo y nuestra esencia de niños.
No hay una sola manera de ver las cosas: El Principito dibuja una serpiente que se come a un elefante, y es interpretada con la mirada adulta como un sombrero. Darnos la oportunidad de pensar de forma distinta en nuestra vida es crucial para poder encontrar nuevas alternativas, solucio- nes y formas de resolver las problemáticas y retos. Dirigir la mirada hacia nuevos enfoques y ver diferentes vertientes nos permitirá tener un abanico de opciones y posibilidades. Permitámonos ver la vida con ojos despiertos y démosle oportunidad a aquello que no hemos querido ver.
Encontrarnos con nuestro espíritu de niños: “A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: ‘¿qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?’ Pero en cambio preguntan: ‘¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?’ Solamente con estos detalles creen conocerle”.
Aún cuando seamos adultos, no debemos olvidar nuestro espíritu de niño, los niños son fuentes inagotables de creatividad e imaginación, ¿en qué momento dejamos de serlo los adultos? No perdamos nuestra capacidad de asombro. Tomemos la decisión día con día de buscar lo extraordinario en lo ordinario.
La creatividad florece si te permites ser entusiasta, alegre y divertido: “Conozco un planeta en el que vive un señor muy colorado. Nunca ha olido una flor. Nunca ha contemplado una estrella. Nunca ha amado a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que sumas. Se pasa el día diciendo, como tú: ‘¡soy un hombre serio! ¡Soy un hombre serio!’, lo que le hace hincharse de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!”.
Tristemente los vida de adultos en muchas ocasiones se torna gris, apática y aburrida. Dejamos de divertirnos, de reír, de imaginar, de crear, de disfrutar. Concentramos nuestros esfuerzos en lo material, en lo que no es verdaderamente importante, y aquello en lo que deberíamos trascender lo dejamos para después.
Es inevitable no cerrar con la frase que dice: “Lo esencial es invisible a los ojos” yo digo que deberíamos dedicar más tiempo a escuchar nuestro interior, a hacernos caso de verdad, a no ignorar las vocecitas que nos dicen cuando algo está bien y cuando es mejor girar, a hacerle caso al corazón y a la intuición. Pero sobre todo a ver y vivir la vida con plena felicidad, humanidad y bondad. «
Besos Azules