NUTRICIÓN

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MARIANA NÚÑEZ URQUIZA NUTRA CLINIQUE
LICENCIADA EN NUTRICIÓN

EL TRADICIONAL PAN DE MUERTO
Hablar de nutrición no solo implica hablar de dietas y conteo de calorías, también abarca el conocer la riqueza cultural que envuelve cada platillo en las diversas regiones de nuestro país; y porque este mes da lugar a una de las tradiciones más místicas de la cultura mexicana, dedicaré este espacio al famoso (y delicioso) Pan de Muerto. Las poblaciones especialmente del centro y sur del país han tenido un gusto particular por este pan de fiesta, dedicado a los difuntos que regresan a reencontrarse con sus familias el 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre, de acuerdo con la tradición del “Día de Muertos” que se ha heredado de generación a generación desde hace varios siglos.

La elaboración de un pan especial para esta ocasión se remonta a la época de los sacrificios humanos y a la llegada de los españoles a la entonces Nueva España en 1519. Cuentan que era un ritual en el México de antes de la conquista, ofrecer a una princesa a los dioses y que su corazón aun latiendo se introducía en una olla con amaranto para que después quien encabezaba el rito lo mordiera en señal de agradecimiento. Los españoles rechazaron ese tipo de sacrificios y en su lugar elaboraban un pan de trigo en forma de corazón bañado en azúcar pintada de rojo (simulando la sangre de la doncella) y se cree que de allí surgió el pan de muerto, el cual se fue modificando de diversas maneras hasta llegar al actual.

Algunos historiadores han dicho que las cuatro gotitas o ‘canillas’ del pan simbolizan los huesos del que se ha ido. Que el círculo que se encuentra en la parte superior es el cráneo o el corazón del difunto y que el sabor a azahar es para avivar el recuerdo por los ya fallecidos. Para otros, la forma redonda de este pan simboliza el ciclo entre la vida y la muerte, y los huesos elaborados con masa y escarchados con azúcar representan las lágrimas derramadas por nuestros difuntos. Mientras que en recuerdo de la mentalidad prehispánica con respecto a la muerte, se cree que el pan lleva las cuatro canillas en forma de cruz porque con ellas se designan los cuatro rumbos del nahuolli (el univer- so); ya que en la época prehispánica se creía que el destino de las almas estaba determinado por el tipo de muerte que habían tenido: El Tlalocan (paraíso de Tláloc) para los que morían en circunstancias relacionadas con el agua, el Omeyocan (paraíso del sol donde reinaba Huzilopochtli, dios de la guerra) para los caídos en combate y las mujeres muertas durante el parto (pues habían librado una gran batalla), el Mictlán, destinado a los que morían por muerte natural y el Chichihuacuauhco, especial para los niños difuntos. «