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MARIANA NÚÑEZ URQUIZA NUTRA CLINIQUE
LICENCIADA EN NUTRICIÓN
MAMÁ EJEMPLO DE VIDA
Un año más que me toca celebrar otro día de las madres con ustedes. Normalmente me inclino por alabar a las mamás y su ardua labor e importancia en nuestras vidas, este año además quiero rescatar y resaltar algunas de las muchas responsabilidades que tenemos al ser mamás. Sé que no necesitamos más presiones para nuestro desempeño como madres, pero todas las mamás y líderes de familia debemos tener muy en claro que somos un ejemplo a seguir para nuestros hijos y, con respecto al tema que a mi compete, necesito que sepan que nuestro papel en educación alimentaria es de lo más importante y lo tenemos que trabajar como legado para nuestros hijos. ¿Sabían ustedes que muchos de los trastornos de conducta alimentaria se deben a problemas en el vínculo madre-hijo? ¿Sabían que gran parte de la autoestima de los hijos es pautada por la crítica-aceptación de la madre? ¿Se imaginaban acaso que cuando ustedes aborrecen un alimento y lo excluyen de la dieta podría ser prácticamente imposible después exigirles a los hijos que lo incluyan? Quizá jamás se pusieron a pensar que las duras críticas que se hagan a ustedes mismas frente a sus hijos, con respecto a su figura, apariencia, forma de alimentación y estilo de vida, moldearán la forma como ellos se juzgan y evalúan después. ¿Alguna vez han pensado que las ‘aspiraciones’ que ustedes manifiesten abiertamente con respecto a su silueta se vuelven un reto o cuando menos una pauta para que ellos establezcan sus aspiraciones también?
A veces estamos tan ocupadas intentando hacer tantas cosas bien, que descuidamos esta clase de pequeños detalles que determinan grandes hábitos y actitudes. La forma como me refiero a mí misma y/o a mis hijos (gordita, floja, tragona, esto te engorda, estoy igual de flaca/gordita que tú, etc.) son frases y/o palabras que se incluyen en el repertorio de los hijos con una fuerte connotación pre determinada; con la fuerza que tú las digas y la convicción con la que pronuncies tus ideas, será como marques sus vidas. Por eso mamá:
1. Abstente de relacionar la palabra alimentación con apariencia o alimentos con sentimientos (estoy triste, necesito chocolate).
2. No hables tajantemente de ‘alimentos buenos o malos’ mejor busca asesorarte profesionalmente y hablar de cantidades.
3. Evita autocriticarte frente a los hijos y/o hablar despectivamente de ti misma o tu apariencia y si llegas a hacerlo, incluye siempre la solución, por ejemplo: “Que gorda me he puesto, tengo que retomar mi ejercicio”.
La intención de este artículo es invitar a todas las mamás a analizar nuestra relación con la comida y con nosotras mismas, descubrir qué clase de frases o ideas negativas pudiéramos estar transmitiendo a nuestros hijos para intentar establecer una comunicación más asertiva.
¡TU LABOR ES GRANDE MAMÁ… ¡MUCHAS FELICIDADES! «